En un momento clave para la región fronteriza, Fernando Rodríguez —empresario de Baja California y presidente del Consejo de Administración del Club de Empresarios Baja California— comparte su mirada sobre los retos y oportunidades que vive el ecosistema empresarial de Tijuana. Su análisis pone sobre la mesa temas urgentes como la incertidumbre económica, la presión sobre la infraestructura urbana y la necesidad de fortalecer el tejido empresarial a través del networking y la colaboración binacional.
El Club de Empresarios Baja California ha asumido un papel protagónico en la consolidación del entorno empresarial de la región. Su objetivo es claro: integrar a diversos gremios y sectores económicos para fomentar el desarrollo regional. A pesar de las restricciones impuestas por la pandemia, el club ha mantenido una agenda activa de eventos y foros que permiten a sus miembros seguir conectados, informados y fortalecidos.
Rodríguez expresa con franqueza una de las mayores preocupaciones del empresariado local: la falta de certidumbre en las políticas comerciales y arancelarias por parte de la administración estadounidense. Este clima de inestabilidad complica la planeación a largo plazo y frena inversiones clave, afectando no solo a las grandes industrias, sino también a los pequeños y medianos empresarios que dependen del dinamismo binacional.
Uno de los temas más candentes que aborda Rodríguez es el aumento acelerado de la población en Tijuana, en gran parte debido a la migración desde San Diego. Esta tendencia ha puesto en jaque la infraestructura urbana de la ciudad: servicios públicos saturados, tráfico caótico y falta de planificación urbana están afectando la calidad de vida y, por ende, el clima de negocios. “La ciudad no está equipada para este crecimiento poblacional”, advierte Rodríguez.
Más allá de la infraestructura física, también se hace evidente la necesidad de fortalecer las capacidades humanas y técnicas en la región. Rodríguez subraya la falta de formación adecuada para implementar normas y políticas, y aboga por una mayor inversión en capacitación, seguridad y desarrollo cultural que prepare a Tijuana para ser una ciudad verdaderamente cosmopolita.
Frente a estos desafíos, la propuesta es clara: el sector empresarial y el gobierno deben trabajar de la mano. Solo a través de una colaboración honesta y estratégica será posible alinear políticas públicas con las necesidades reales de la ciudadanía y del ecosistema económico local. Para Rodríguez, la articulación público-privada es un pilar fundamental para lograr una Tijuana más resiliente y preparada para el futuro.
El Club de Empresarios también cumple una función vital en la creación de redes de contacto entre líderes empresariales. Este espacio no solo ofrece foros y herramientas de desarrollo profesional, sino que también promueve un ambiente social exclusivo y propicio para los negocios. “La esencia del Club no está solo en las cifras, sino en las relaciones que ahí se construyen”, afirma Rodríguez.
Ser miembro del Club de Empresarios implica mucho más que asistir a eventos: es pertenecer a una comunidad selecta, con acceso a espacios exclusivos que facilitan la interacción entre líderes. Desde cenas informales hasta eventos estratégicos, el Club se ha convertido en un punto de encuentro clave para quienes apuestan por el crecimiento regional.
Con una visión clara y un liderazgo comprometido, Fernando Rodríguez invita a otros empresarios a sumarse al esfuerzo colectivo. Tijuana, como ciudad fronteriza y nodo clave de la economía binacional, tiene el potencial de convertirse en un modelo de desarrollo sostenible. Pero para lograrlo, será fundamental trabajar unidos, compartir conocimiento y construir una región donde el crecimiento se traduzca en bienestar compartido.